Ajustes sobre la visión tradicional
No es posible trazar un mapa de las poblaciones nativas. Ninguna de las zonas habitadas por los grandes grupos indígenas coincide con los territorios actuales.
La gran familia guaraní
Hace cerca de ochocientos años llegaron al actual territorio uruguayo grupos pertenecientes al conglomerado tupí-guaraní. Las migraciones recorrieron dos grandes rutas: la del litoral atlántico brasileño y una segunda, procedente del Paraguay actual. Demográficamente más numerosos, impusieron su lengua, que fue adoptada por otros grupos como lengua común, aunque mantuvieran la propia. Probablemente también ejercieron algún tipo de dominio, ya que eran belicosos. De esta manera, muchos otros colectivos que habitaban la zona antes de su llegada se "guaranizaron".
Los guaraníes practicaban cultivos de huerta y maíz y habitaban aldeas rodeadas de empalizadas para proteger sus casas. Habían alcanzado una organización política incipiente, con caciques y consejos, y tenían hechiceros para curar enfermedades y alejar malos espíritus.
Cazadores y jinetes
Los charrúas habitaron una extensa región pampeano-patagónica y llegaron a ocupar la mesopotamia argentina y la zona central del Uruguay actual. Eran cazadores de llanura de extraordinaria movilidad y en menor grado pescadores y recolectores. Su lengua no pertenecía a la familia tupí-guaraní sino tal vez al núcleo de las chaqueñas, que no han dejado vestigios. Formaban tribus reducidas que se conjuntaban o disgregaban según las necesidades.
Generalmente se ha asociado a los charrúas con otros grupos, como los guenoas, los yaros, los bohanes y los minuanes, formando parte de una "macro-etnia". A mediados del siglo XVII se los podía encontrar alternando en diversas partes del presente territorio uruguayo, probablemente debido a que las razzias de los bandeirantes en las costas rochenses y el traslado de grupos guaraníes para el poblamiento de Asunción, habían reducido sensiblemente el establecimiento de otros pueblos en la región.
Entre sus rasgos más notables puede señalarse la rapidez con que adoptaron el caballo y la lanza traídos por el español. Del mismo modo incorporaron el vacuno, al que primero cazaron y luego pastorearon, integrándose a las partidas de las primeras vaquerías.
Nuestros abuelos indígenas:
Durante años se afirmó la escasa -o nula- existencia de descendientes indígenas en Uruguay, pero las recientes investigaciones dan por tierra con tal afirmación. La antropología genética ha aportado datos sorprendentes.
Estudios realizados a partir del ADN mitocondrial, cuya transmisión se realiza solo por vía materna, muestran que el 62% de la población de Tacuarembó tiene un ancestro indígena. Para Cerro Largo el porcentaje es del 30% y para Montevideo, de un 20%.
Otra línea ha seguido la incidencia del aporte amerindio a través de los grupos sanguíneos. En este caso, Tacuarembó presenta un 20% de este aporte y el promedio para el país es de un 10%; lo que implica que cada uruguayo tendría -al menos matemáticamente hablando- un bisabuelo indígena. La diferencia entre ambos resultados se debe a que en el primer caso se trata de herencia materna, y es explicable en tanto la mayor cantidad de uniones se dieron entre hombres blancos y mujeres indias y no a la inversa. Si el estudio se hace solo a través de la herencia paterna, los porcentajes de ascendencia indígena para todo el país están entre 0% y 5%, y las cifras más altas no superan el 10%.
En vista de estos resultados, es preciso repensar muchas afirmaciones hechas en el pasado.
LECTURAS PARA REFLEXIONAR:
"No querían que Dios viese tanto"
Cuando años más tarde, los misioneros jesuitas intentaron reducir a los yaros ubicados en la zona norte de la Banda Oriental, no les resultó sencillo: "Dijéronle, que todos querían dejar el pueblo, y volverse a su bárbaro modo. Preguntóles el Padre: que si les faltaba algo, si tenían algún pesar; si deseaban comodidad, ¿qué pudiese darles? Y respondiendo ellos que allí tenían cuanto podían apetecer; y sólo habían tomado aquella nueva resolución porque les predicaban que el Dios de los cristianos sabe tanto que nada ignora, y es tan Inmenso que en todo lugar asiste, mirando cuanto sucede; que ellos no querían Dios que viese tanto, y en sus bosques obraban mas sin registro". Francisco Jarque: Insignes Misioneros de la Compañía de Jesús, 1687.
En: Diego Bracco: Charrúas, Guenoas y Guaraníes. Interacción y destrucción indígenas en el Río de la Plata. Pág. 375.
La reducción
Santo Domingo de Soriano. Fue originalmente un pueblo de indios. "El problema de los 'orígenes' y 'emplazamiento' de la reducción ha sido objeto de numerosos estudios, teñidos en su gran mayoría de localismos. La versión más actualizada basándose en la información disponible la aporta Aníbal Barrios Pintos, consignando que la reducción de indios chaná y charrúa habría sido fundada hacia 1664 sobre el arroyo Yaguarí Mini, en la actual provincia de Entre Ríos. A comienzos del siglo XVIII fue trasladada a una isla del río Uruguay (presumiblemente la del Vizcaíno) y hacia 1718 a tierra firme de la Banda Oriental, en la desembocadura del rio Negro en el río Uruguay".
Extraído de Ana Frega: Pueblos y soberanía en la Revolución Artiguista. Pág. 25.
Medio siglo de equívocos en torno a la región platense solo había logrado implantar unos pocos poblados en aquella naturaleza desolada. La zona fue relegada frente al protagonismo de México y Perú.
Hombres y ganados:
La franja colonizada se extendía a lo largo de los ríos Paraná y Paraguay; fuera de esta región, permanecía el dominio absoluto del indio. En cuanto a la ribera este del río Uruguay, escenario de algunas fieras escaramuzas con los nativos, había sido ignorada por las expediciones.
Hubo, sin embargo, un hombre atento a la riqueza de las pasturas naturales de la banda oriental del Uruguay. Era hijo de uno de los soldados de Álvar Núñez, pero había nacido en América. Cuando Torres de Vera y Aragón, designado cuarto adelantado del Río de la Plata, renunció a su cargo, Hernando Arias de Saavedra -conocido como Hernandarias- fue electo gobernador por los pobladores de Asunción, su ciudad natal. A lo largo de tres períodos -1591-1594; 1600-1609 y 1615-1618-, el primer gobernador criollo del Río de la Plata mostró su preocupación por notificar al rey las posibilidades de la pradera oriental. Con carretas y canoas indias vadeó el río a la altura de Salto y siguió explorando hasta las costas de Soriano y Colonia. En dicha zona, entre 1611 y 1617 introdujo unos pocos cientos de vacunos y caballares, que se esparcieron y multiplicaron rápidamente al sur del río Negro, hasta la costa atlántica.
La historiografía ha insistido en otorgarle a Hernandarias el mérito de la introducción de la ganadería en la Banda Oriental, pero es altamente probable que con anterioridad lo hubieran hecho los indígenas o los "bandeirantes". De cualquier forma es cierto, como se ha dicho tantas veces, que en la Banda Oriental el ganado precedió al colono.
LECTURA:
Las bondades de la tierra
"Y volví por la tierra adentro viéndola toda (...) (y son) buenas para labores (...) porque se da todo en grande abundancia y fertilidad y buena para todo género de ganados y de muchos arroyos y quebradas y riachuelos cercanos unos a otros y de mucha leña y madera de gran comodidad para edificios y estancias (...)" Este es un pequeño fragmento de la carta enviada por Hernandarias al rey de España, fechada el 2 de julio de 1608, en que describe las bondades del territorio de la Banda Oriental. Su utilización resaltando las bondades del territorio y su "destino manifiesto" de país ganadero forma parte del discurso de identidad nacional.
HERNANDARIAS.
MISIONES JESUÍTAS EN LA BANDA ORIENTAL:
La necesidad de procurar alimentos para los indígenas guaraníes de los pueblos misioneros llevó a la realización de numerosas expediciones en busca de ganado en pie hacia "la gran estancia" jesuítica que era la Banda Oriental. Treinta y tres pueblos (siete de ellos en la margen oriental del río Uruguay), más de 100.000 indios viviendo en forma organizada pacífica y productiva, "el milagro" de las misiones jesuíticas sirvió también de freno al avance portugués en la frontera. El éxito de la experiencia se debió entre otras razones a que en las misiones se respetó en gran medida la forma comunitaria de vivir, organizarse y producir de los guaraníes. Por otra parte, se combatieron las creencias religiosas, la poligamia y la antropofagia ritual.
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